El flamenco llegó a Japón en 1929, con la visita de Antonia Mercé “La Argentina”. Desde entonces, su enseñanza ha seguido caminos muy marcados por la cultura local. Durante buena parte del siglo XX, en Japón se adoptó un modelo parecido al del kabuki: había que ser fiel a un solo maestro y pertenecer solo a una escuela. Esa manera de aprender chocaba con lo que pasaba en España, donde era habitual formarse con varios profesores y moverse con más libertad.
Esta ponencia parte de una experiencia personal vivida hace más de treinta años. En aquella época, estudiar con distintos maestros, viajar a España o incluso aprender español eran prácticas mal vistas en algunos entornos. Se consideraban gestos de deslealtad o falta de respeto hacia el maestro. Hoy en día, esas ideas han cambiado mucho, pero entonces pesaban bastante.
El testimonio de Shoji Kojima, figura clave del flamenco en Japón, ayuda a entender esta situación. Él mismo comparó la enseñanza del flamenco con el sistema hereditario del kabuki. También La Yunko, bailaora japonesa y ganadora del Trofeo Desplante, cuenta que vivió restricciones parecidas, incluso en épocas recientes. Aunque estas dinámicas se han ido debilitando en las grandes ciudades, en algunas regiones todavía siguen presentes.
Desde los años 2000, la llegada de internet, YouTube y las redes sociales ha cambiado por completo el panorama. La enseñanza del flamenco se ha vuelto más abierta, más accesible, más global.
Esta ponencia propone reflexionar sobre ese cambio: cómo pasamos de un sistema cerrado a uno más flexible, y qué nos dice eso sobre la forma en que el flamenco se ha institucionalizado en Japón. Porque entender cómo se enseña flamenco no es solo hablar de técnica o estilo, sino también de poder, de pertenencia y de libertad.
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