En los últimos años, la música en gallego ha experimentado una revitalización que sería incomprensible sin la irrupción de Tanxugueiras y su exitosa participación en el Benidorm Fest. Este fenómeno ha dado visibilidad a una nueva generación de artistas, como Fillas de Casandra, Berto o Boyanka Kostova, que combinan la tradición del folk gallego con una modernidad sonora en sintonía con los precedentes marcados por Baiuca o Sés. Su propuesta, que fusiona elementos de la ruralidad y la urbanidad, así como tradición y modernidad, puede interpretarse a través del concepto de rurban (Colmeiro, 2009) y de la Reimaginación del folclore (Alonso, 2024).

Las propuestas de estos y muchos otros grupos del período analizado presentan suficientes rasgos comunes como para englobarse dentro de una etiqueta compartida: el trad. Potenciar esta etiqueta podría favorecer la consolidación de un modelo de éxito y una identidad de marca, generando un beneficio mutuo tanto para los artistas como para la industria musical gallega. Esta estrategia ya resultó clave en la eclosión del movimiento bravú en los años 90, cuando muchos de sus artistas, ligados al Xabarín Club, desarrollaron una identidad gallega flexible y en transformación, enmarcable dentro de la galleguidad líquida (Fernández, 2021).

En esta comunicación se analizan las similitudes y diferencias entre ambos momentos de auge de la música en gallego, prestando especial atención a aspectos como la mayor presencia femenina, la visibilización de la diversidad y de las reivindicaciones LGTBIQ+, o el distinto grado de apego a la tradición. Asimismo, se explora cómo las narrativas identitarias (Vila, 1996) contribuyen al éxito de estas propuestas musicales al conectar con una población diversa y en constante cambio.